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Testimonios de pacientes.
«La verdad es que fue muy humillante ver a carabineros buscándome a mi, en mi casa, porque yo trato de seguir viva. Yo le decía entienda señor carabinero, que si usted se lleva mis plantas, usted me mata. Es lo mismo que si pusiera una pistola en la cabeza y me disparara».
Tegualda Inostroza tiene 57 años y fue diagnosticada con depresión a los 17. Ha sido un camino difícil, porque «antes no se hablaba de estas cosas, estaba enferma y no sabía qué era o por qué». Después de un intento de suicidio y una reacción por abstinencia a los fármacos, Tegualda encontró el cannabis. A los 17 años a le diagnosticaron depresión, «se supone que endógena o genética pero nunca me lo aseguraron o confirmaron», relata.
La hija de Alexander se llama Mía y tiene actualmente 1 año y medio de vida. A mediados de 2018 fue diagnosticada de dos graves enfermedades: en un hemisferio del cerebro tiene Esclerosis Tuberosa; en el otro hemisferio tiene Síndrome de Start-Weber. La suma de ambos males le provocó desde los 3 meses padecer convulsiones, espasmos y ausencias.
Cuando la niña comenzó a recibir aceite de cannabis, la situación cambió drásticamente. Desde el segundo día de administración, sus efectos positivos fueron notorios. Pasó de tener cerca de 15 convulsiones diarias a no sufrir ninguna. Desde noviembre de 2018 hasta la fecha, (junio de 2019) Mía prácticamente no convulsiona, está mucho más conectada y comienza a intentar dar sus primeros pasos. “Mi hija volvió a nacer” nos dice Alexander, con la mirada llena de optimismo.