Jessica Cossio, estilista de 34 años, es oriunda de La Unión, ciudad ubicada cercana al límite entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos, a unos 40 kilómetros al norte de Osorno.
Desde los 17 años, justo la mitad de su vida, comenzó con diversos dolores que se le han hecho crónicos. “Los dolores son como de artritis, artrosis, muchas cosas juntas”, asegura Cossio. Su situación pasó a ser de malestar general: “dolores generales, fatiga, dolores musculares en todo el cuerpo que me toman todas las piernas”, confiesa.
Ante esto, Jessica fue a diversos especialistas médicos que, al no saber lo que tenía, le fueron recetando de acuerdo a cada diagnóstico nuevo que iba teniendo. Y así pasó más de una década.
“Me recetaron diversas drogas, como el Tramadol. Cuando tenía crisis de dolor me inyectaban pero siempre hacía resistencia, por lo que me traía vómitos, y me dejaban en cama”, comenta.
Hace sólo un año, Jessica pudo tener su diagnóstico definitivo: fibromialgia, patología que se diagnosticó por descarte.
Ante los constantes malestares que le traía el tramadol y otros medicamentos, Cossio empezó a averiguar sobre alternativas. Fue en ese momento cuando, en televisión, vio a la Directora Ejecutiva de Fundación Daya, Ana María Gazmuri, hablando sobre los beneficios del cannabis.
“Fue la primera vez que escuché sobre el uso medicinal de cannabis y lo empecé a ver como opción, porque mi objetivo era tomar un medicamento que me permitiera tener calidad de vida y poder seguir trabajando”, comenta la estilista.
Pero no fue fácil. El prejuicio personal y familiar era una barrera no difícil de derribar. “Yo soy una persona muy escéptica: no porque una persona me diga que un remedio hace bien, me lo voy a tomar”. Por eso, Cossio empezó a investigar en diferentes páginas de internet y pudo leer testimonios de personas que se han tratado con cannabis con excelentes resultados. No tranquila con eso, conversó con una tía que vive en Estados Unidos para saber cómo era el tema del cannabis medicinal allá.
“Adicionalmente, escribí a Fundación Daya para tener más información y participé del Primer Seminario Internacional de Cannabis Medicinal que se realizó en Santiago, que organizó la fundación, y así pude entender mejor todo”, cuenta la unionina.
Ya no había vuelta atrás, Cossio se convenció que era una alternativa viable y confiable. Se consiguió macerado y empezó a consumir. Paralelo a esto, comenzó a cultivar sus plantas de cannabis para fabricar su propia medicina. “Lo mejor de esto es que los médicos te dan drogas muy fuertes, más fuertes que el cannabis, y ni siquiera sabes cómo se fabricó; cuando cultivas, sabes que es una planta y que no tiene ningún aditivo dañino”.
Esto fue algo que le interesó, porque los medicamentos tradicionales muchas veces hicieron efectos negativos en Jessica, que terminó en salas de urgencia en más de alguna ocasión. “Aparte de eso, estaba todo el día en cama, no podía trabajar, estaba mareada, con vómitos y muy decaída”, confiesa.
Hoy, Jessica es otra. “Gracias al cannabis hago mi vida normal, dejé de consumir medicamentos fuera del cannabis y ahora tengo mejor calidad de vida, puedo trabajar, no sufro de los dolores terribles que sufría, y quiero mostrar a todos esta excelente alternativa”, puntualiza, asegurando que su médico está al tanto.
¿Qué les dirías a las personas que no se atreven a probar tratamiento médico con cannabis?
Que se atrevan. Acá en La Unión había y hay gente con mucho miedo al respecto. Es el Estado el que debe proporcionar los medicamentos necesarios, y si los remedios que entregan son drogas más nocivas que el cannabis, hay que probar otras alternativas. El cannabis es una yerba, mucho más natural que un medicamento que te puedan proporcionar.
* Cabe destacar que Jessica Cossio fue víctima del actuar policial el 25 de enero de 2016, cuando personal de la PDI ingresó a su casa y le requisaron sus plantas de cannabis, que tenía destinadas a uso medicinal.
Debido a este hecho, Fundación Daya llamó a corregir procedimientos policiales para no vulnerar el derecho fundamental de acceso a la salud.
“Lo sucedido en La Unión es un pequeño avance, ya que la usuaria no fue detenida y no se le pasó posteriormente a control de detención, lo que celebramos, porque se le respetó su condición de usuaria medicinal, pero aún se mal aplica y se vulnera el derecho a la salud de esta persona cuando se le quitan sus plantas para su posterior destrucción”, comentó en la ocasión la Directora Ejecutiva de Fundación Daya, Ana María Gazmuri.
Ante este caso, Gazmuri señaló que “hay un avance a medias, ya que en este caso corresponde devolver las plantas a la usuaria hasta que haya una determinación del juez y así no vulnerar su derecho a acceder al tratamiento”.